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El llanero, el hombre de Sabaneta, llegó a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, envuelto por la llama del pueblo venezolano. Su voz con liquiliqui cubriendo su pecho, retumbó con la firme promesa, desde su campaña electoral, de dar un cambio al manejo de los hidrocarburos, petróleo y gas, arrebatados por las históricas acciones injerencistas de las élites imperialistas.
1998, hace 27 años, tres décadas de batalla, del irrumpir de un verbo por la recuperación de la gracia del subsuelo otorgada a la Nación. En cada paso, en cada mes y día, la propuesta del Comandante Petrolero, no tiene otro fin, sino recuperar la visión multipolar y soberana de los hidrocarburos de nuestra patria.
Desde las calles venezolanas, al cierre del último lustro de la década del 90, tras dar asalto por la dignidad de un golpe a la estructura puntofijista, Hugo Chávez emprendió la tarea de llevar al pueblo desposeído, engañado, en su diversidad social, a la comuna originaria. El deber de recuperar con estrategia el valor y la prioridad del petróleo para los venezolanos.
Chávez, el 2 de febrero de 1999, previo al crujir de los cimientos de la vieja Constitución, le habló al pueblo con la contundencia de entender el petróleo como “la sangre de la patria”, sustancia para dar forma al futuro transformador de nuevas alternativas productivas, liberadoras de la dependencia rentista petrolera de las últimas 9 décadas y más.
No ocultó Chávez, tras la victoria del 99, la necesidad de hacer entender al pueblo y al trabajador petrolero, en especial, lo estratégico del petróleo y de PDVSA, haciendo una profunda reflexión el 15 de febrero de 1999, al determinar que el futuro de los hidrocarburos debe ser dirigido solo por hombres y mujeres comprometidos con la Revolución.
Chávez vence en 1999, con la aprobación y respaldo del pueblo hacia una Constitución joven y robusta, que otorgó el espacio al nacimiento de una poderosa defensa de los yacimientos mineros y de los hidrocarburos, como bienes inalienables e imprescriptibles al Estado, único con la reserva para el desarrollo de las actividades inherentes a nuestros recursos.
Visualizó el peligro, que años más tarde sacaría de él su mejor parte, su acción de estadista, y sobre todo el giro al constructo socialista bolivariano, tras verse traicionado a comienzos del 2000 por los factores renuentes y adversos a la soberanía, la independencia y el patriotismo, que comenzaba a abrir nuevos pétalos en el jardín de su destino.
No duda el Comandante en el diseño de un espacio de transversalización, cuyos comienzos dan esencia y empoderamiento a los sectores hoy devenidos en el desarrollo de las 7T. Es su discurso, una gestión multidimensional, encargada de conectar a Venezuela con los mercados y sus nacientes necesidades, acuñadas en una geopolítica novedosa, un proceso indetenible hacia los nuevos mercados.
El reflorecer de la doctrina bolivariana, da paso a una dimensión para lograr el sendero a la independencia auténtica en lo político, económico, cultural, educativo, tecnológico, científico, militar, social, geográfico y ambiental, un logro extraordinario al plantear a los diputados en 1999 una medida estelar para la revolución financiera a través de la aprobación de la Ley Habilitante.
No dudó Chávez en ir por el mundo a comienzos del 2000; un milenio revelador y renovador, a sacudir los cimientos de una adormecida Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Al visitar a los presidentes y jefes de Estado y de Gobierno en sus países, miembros de este organismo. Usó su voz, tocó la puerta de cada uno ellos, para convocarlos a fortalecer la riqueza estratégica del petróleo para el desarrollo del mundo. Tiene éxito y logra la presencia de todos en Caracas, Venezuela, en septiembre de este año, al instalar la II Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la OPEP.
Un Chávez pleno en la línea ecológica, habló el 28 de septiembre de 2000, en la Cumbre de la OPEP, de la necesidad de realizar procesos racionales y sostenibles en el contexto de la exploración y explotación de los hidrocarburos, su visión en defensa del ambiente, determinando que el petróleo no era solo una mercancía, sino que había que luchar por precios equilibrados, un mercado justo para la economía petrolera.
La OPEP cumplía 40 años, y había pasado un cuarto de siglo, desde la primera reunión de jefes de Estado. Por segunda ocasión, desde su fundación, se reunían y Caracas cobijaba un resurgir geopolítico del petróleo, una ronda histórica con el sello de un arañero cuya gentileza, humildad, valores y conocimientos permitieron unir desde su tierra a los productores del mundo energético.
Hugo Chávez comprendió la necesidad de enfocar, la mirada sobre la cosa petrolera. En su aplaudido discurso del Foro Social Mundial en Porto Alegre el 26 de enero de 2003, tras sufrir la traición plena de un golpe petrolero, el ataque enemigo, reaccionario, destructor, aniquilador de la economía nacional y de la producción petrolera, llamó a construir una nueva economía, diversificada y productiva, con el propósito de impulsar el desarrollo a través de nuevas fuentes productivas.
El Comandante comprende la necesidad de abrir espacios nuevos, pero sin renunciar a su premisa inicial en su discurso de 1999, cuando reclama la total entrega a defender con la vida, si es necesario, el robusto parque industrial petrolero de nuestra Nación.
Dos líneas formadoras en sincronía. Soberanía y estrategia financiera, sustentada en la promulgación de la Ley de Hidrocarburos en el 2001. Estas abren el camino a nuevas alianzas, con un novedoso espíritu moral, e incorporan el nacimiento de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), lo que aceleraría la contraposición interna y desde las afueras de nuestras fronteras.
El 2002 fue un año de guerra, no como la conocíamos, fue el encuentro del estadista con las nuevas formas de confrontación multidimensional y factorial. Venciendo en compañía de la Unión Cívico-Militar y derrota un sabotaje desde las grises entrañas de Fedecámaras, la CTV, la clase media alta, la amarga acción apátrida de los amos del valle, confabulados con los medios.
Sale triunfador, dejando atrás las coronas desgastadas de la belleza, para vivir en el surcar rebelde del calado y evocación del hoy Negra Matea, en una nueva botadura transformadora, acuñando una imagen de soberanía tras cruzar bajo el puente General Rafael Urdaneta.
Desde esa experiencia, en el ámbito universitario, Chávez profundiza su visión socialista y cede a los estudiantes de la recién fundada Universidad Bolivariana, los espacios de la industria que ocupaban los traidores, para amparar a los sin cupos, y les exhorta un 28 de junio de 2003, la necesidad de usar el hidrocarburo, el petróleo, en la defensa e integración de los pueblos de la América Latina.
El presidente Chávez, más allá de amilanarse con los ataques a la industria, es contundente al decir al mundo en Porto Alegre, el 26 de enero de 2003, la necesidad de construir una nueva cultura petrolera, dejando claro su acento en la defensa soberana y el desarrollo social, una puerta que jamás se ha cerrado en la batalla del Gobierno Bolivariano.
Uno de los primeros pasos antes del proceso de nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, fue el reordenamiento en el 2003 de todos los acuerdos operacionales con las empresas extranjeras, al dejar en manos de la Corporación Venezolana del Petróleo (CVP) la gestión de las operaciones.
Desde 2004 en adelante, el Comandante, inició una gestión de conquistas en materia social, alianzas latinoamericanas, convenios, la recuperación de los campos a través de las empresas mixtas, dejando en el 2007, en tan solo tres años, un levantamiento pleno de la industria, tras ese infame golpe del 2002.
Chávez no se confió y, en su llamado del 8 de febrero de 2007, advirtió que no podemos permitir que la mano extranjera busque nuestros recursos, sin antes tener condiciones que defiendan los derechos de todos los involucrados. Un mes después, el 18 de marzo de 2007, recalcó el carácter divino del petróleo, lo catalogó como “un regalo del cielo” y propuso con vehemencia que su uso es para la construcción de una sociedad más justa y más igualitaria, manteniendo su pensamiento inicial sobre la lucha contra la pobreza y la exclusión social.
Entre el 2007 y 2012 el desarrollo de la visión de hidrocarburos del Comandante Chávez, logra sus más claras victorias económicas, sellando acuerdos multipolares, que le permitieron iniciar una relación vigorosa con Rusia y China, nuevos mercados que fracturaron la dependencia con proveedores y clientes históricos, dejando clara la esencia multiplural y universal de la Revolución Bolivariana para los tiempos por venir.
El 1 de mayo de 2007 se consolidó el acto soberano de mayor contundencia petrolera en la Revolución Bolivariana de Venezuela al nacionalizar la más grande reserva de petróleo del mundo, la Faja Petrolífera del Orinoco, sellando el recurso soberano de los venezolanos, momento de ruptura con el apátrida proceso de “apertura petrolera”.
Con voz recia ese comienzo de mayo, el Comandante quebraba los viejos procesos y convenios ante los trabajadores y trabajadoras de la industria en el Complejo Industrial José Antonio Anzoátegui “Venezuela es libre y el petróleo es venezolano y servirá para seguir apuntalando el desarrollo nacional y social. La FPO es íntegramente venezolana gracias a la Revolución Bolivariana”.
Chávez nos deja su legado, advierte que las élites no pueden apoderarse de los hidrocarburos, expresó de manera contundente la importancia de PDVSA para la Nación, como motor fundamental en la construcción de la Patria. Creyó firmemente en anular toda anarquía en la industria y llamó al uso de la empresa energética para la transformación del modelo económico.
El Comandante inspira a no dejar que los saboteadores, las élites del mundo, apuñalen nuestra fortaleza económica. El 31 de diciembre de 2002, deja claro en su mensaje al país el daño terrible de “los malos hijos de Venezuela”, premonitorio a todo lugar, pero es enfático al convocar a la unidad de los venezolanos en defensa de nuestro petróleo, vaticinando que nunca los enemigos de la patria lograrán sus nefastos objetivos, en arrebatarnos el corazón del país, la economía y la sociedad, una batalla infinita en defensa y resguardo de la industria de los hidrocarburos, PDVSA.